AWD

Ichi se ocupa de nosotros. No alcanzamos a estar seguros si es una muestra de simpatía, o nos ha vapuleado soberanamente. Términos como: “suerte de esbirro de lo invisible”, “chiva potencial” o “el farsante primero” no parecieran muy degustables, pero su mayor preocupación se centra en el destino final de nuestra negación de la identidad. No en la correspondencia entre la identidad real y el imaginario que esta dibuja en su ejecutoria. Más bien en las asignaciones sucesivas, el juego de decapitaciones en que puede convertirse el ejercicio de la sospecha, tanto en su connotación lúdica como en su cualidad de acto inculpatorio. “…quienes de verdad la tienen mal son aquellas personas que están bajo sospecha de ser Tirofijo” dice, y pareciera que fuese más preocupante, en su visión, el destino del “sujeto de sospecha” que el motivo por el cual la sospecha se genera. El caso es (queremos creer que esto sí es un elogio) que "Tiro es peor cuando se sospecha que es, que cuando lo es realmente” y que ocupamos (modestia aparte y perdónennos el manifiesto regocijo) “un lugar sólido en el circuito mediático.”
El final nos parece aún más divertido, no sólo por lo críptico que nos resulta, sino por su naturaleza provocadora. La pérdida de la identidad, o la renuncia a ella, como un requisito para acceder al poder no es nada novedoso. Prescindir del registro sí. Es la negación del espíritu jurisprudencial para privilegiar la intención en detrimento del acto. Sólo que el acto legitima y la intención permanece en la escala devaluable de la posibilidad.
En este punto estábamos cuando decidimos hacer este blog. Las posibilidades del encasquillamiento no niegan la necesidad del disparo. Mientras escribo esto, mi amiga lee sobre mi hombro y sonríe. Mi otro socio está sentado cerca, engrasando el AK.