¿DE DÓNDE SERÁN…? ¡AY, MAMÁ!

Por Ismael del Prado.

Ha caído en mis manos una “COLECCIÓN DE POESÍA”, rareza editorial en la que reúnen a poetas, semipoetas, poetuchos, imitadores rosas, parlanchines, improvisadores de sexta, amas de casa, en fin… toda una constelación de individuos tratando de “hacer algo por la poesía”.
La idea ha sido de Ego Group, una casa editorial que (según puede leerse en su página web) “se caracteriza por el trabajo cuidadoso con el texto literario y el diseño del libro”. Sin embargo, en este libro no encontramos ni lo uno, ni lo otro. Desde el diseño mediocre de su portada, podemos advertir a qué nos vamos a enfrentar. Pero aún así, la sorpresa es mayor: muy pocas veces se ha presenciado tanta adulación gratuita, tanta devoción bucólica, tanta perversión lingüística. Una oda al señor Gastón Álvaro (dueño de la editorial) por parte del editor y compilador Orlando Coré, hace de las primeras páginas del libro una “cosa innombrable".
No sé, ni me interesan (como lector), las deudas que el señor Coré pueda tener con el señor Álvaro. Intentar pagarlas en las páginas preliminares de un libro de “poesía” me parece tan soez, tan fuera de lugar, tan extremadamente falso.
Estoy casi seguro que muchos de los verdaderos poetas, que tuvieron la “mala suerte” de ser incluidos en esta colección, no asistieron a la presentación por respeto a la poesía, por decencia literaria. Y no quiero cuestionar a los dos o tres que asistieron a la presentación, el pasado domingo (6 de julio) en la librería Books & Books, de Coral Gables.
La sala estaba llena, no había sillas disponibles, y eso para mí ya fue una mala señal. La poesía no es de masas, y si vas a un hecho poético y adviertes una muchedumbre, es mejor que te retires disimuladamente, que desaparezcas sin ser advertido. Aún así, consciente me obligué a permanecer, pero no como parte de aquel circo en el que había "pa´comer y pa´llevar". Desde los declamadores clásicos, con su melenita cuidada, hasta las señoras de nariz respingada, los actores frustrados, y los que desde hace 50 años aspiran a poetas.
Les confieso que aún estoy con la resaca de tanta palabrería barata. Todavía estoy tratando de descifrar de qué color era la pipa que Pepa, en la popa, sostenía. ¿Si la popa era tan Pepa por qué tanta popería? O si el tren iba o venía, si los viajantes bajaban o subían, si iba de Oriente a Occidente o del Songo al Cosongo sin mamey.